Han pasado 92 años desde el sueño de Jules Rimet, el nacimiento fue prodigioso y el seguimiento despampanante. Ya era en ese tiempo (1930) un juego apasionante de carácter universal y de fácil entendimiento. Marcar más goles que el rival utilizando toda la superficie del cuerpo a excepción de las extremidades superiores. Este Catar superficial, de viento arenoso, mar rodeándolo y balones conquistándolo, le dio paso al sueño de 32 naciones por conquistar ese trofeo de oro puro.
Ha sido un torneo con hermosas sorpresas asiáticas, las de
Arabia sobre Argentina y Japón ante Alemania, pero también de grandes decepciones
como la de México que no pudo acceder al cuarto partido o las de Alemania,
Bélgica o Dinamarca que ya están volando de regreso a sus casas.
El campeón Francia, la sorpresa de Holanda (ahora llamada
países bajos), Argentina, Brasil, España con su apabullante victoria (7-0) sobre
Costa Rica se perfilan para los grandes favoritos.
Basta de sueños infantiles porque este es el juego de 11
humanos, en el que muchas veces uno de ellos destaca sobre el resto, en el que
la superioridad no siempre se convierte en victoria para la mayor parte de las
mismas. Esto se juega con los pies, aunque las emociones atropellen
constantemente al corazón soñador del juego.